domingo, 8 de mayo de 2016

A veces tengo la impresión de que el tiempo ya no es obstáculo para la continuidad de nuestros momentos...

El cielo y las nubes, la sutileza negada, el deseo que se transforma en mentira, el ideal de lo que me presentan en una realidad con origen inexistente, el punto de partida una mente retorcida, nublada, contradictoria y negada.
¿Cuando y donde podre tocar el cielo?
Las imágenes quedan plasmadas, un recorrido obligado y ningún motivo presentado, pasos, saltos, subiendo y bajando peldaños, sostenidos por rostros, mentes y vidas completas e inconscientemente abatidas, cómplices o pendientes, despedidas o tan cercanas, muertas y asfixiantes, todas ellas pasados futuros y presentes acompañantes, vidas enteras o instantes compartidos, y en una sonrisa, el mar, un sol brillante, esa sensación que inunda el pecho y doblega mi rencor y remordimiento; el brutal escape presentado solo mentalmente, diminutos instantes, el roce de cielo recuerda el instante que te condena a seguir corriendo, ciclos eternos alimentando soles y restando atardeceres, solo puedo prometer recuerdos..

Amor, fuiste y seras fe, anhelo, esperanza y deseo, pero sin sentirte lejos no habría despertado mi fe, sin tocar el fondo no hubiera aceptado mi esperanza, sin haberte perdido no conocería el anhelo, y al sentir el sufrimiento y querer salir conocí el deseo, eres intermitente y absurda necesidad, eres el dolor mas grande, el eterno recuerdo de mi soledad, capaz de sublimarme y transformar, enfermarme y hacerme sentir que es el final...

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