lunes, 18 de julio de 2016

Julio



Mientras uso como bastón a esta soledad, me alcanzan a largos pasos, estos placenteros y oscuros sueños, esa sensación de convertirme en porvenir y de cruzar lo que puedo ser, el viento frió comienza a soplar y ya no habrá como reemplazar ni como dejar de extrañar; el amor, esa sensación que me hizo cambiar toda percepción de realidad, esa compañía tan cerca y frágil, ahora solo soy la tormenta venidera, el viento implacable de otoño, un cielo nublado y esa rara melodía que viene perfecto a tono.

Sin remedio debería solo dejarme ir e incorporarme al viento, soplando y deslindado, mojando cada paso, cada sueño que nos hubo resguardado, la saliva que se pierde en el frió de cientos de noches.

Y existen peores adicciones, como la mía al perdón de aquel viajero que aun amo, de aquel reflejo solitario, de ese pobre y lacerado espíritu ensimismado y autoengañado.

Miserable esta vida que se escapa sin poder estar juntos, mal gastados los años que pudimos dejar pasando, e insoportables las horas nocturnas que nos hacen medio dormir aislados y sin dejar de desearnos...

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