Y ya no se trata de lo que hemos vivido, si no dé a que
hemos sobrevivido, cando me vuelvo a enamorar siento la necesidad de
arrodillarme sobre grava y pedir que la sensación no se apague y que el objeto
de deseo permanezca dentro, algunas de estas frías noches toco mi cuerpo
expuesto al frio y aun así no deja de ser un malestar esta soledad, imagino
taparme mientras duerma con una cobija mojada para distraer mi mente de esta
falta de compañía, de esa incomodidad de extrañar la empatía construida.
Ningún silencio me ha quebrado tanto, ningún intento me ha
desvanecido tan dentro, la percepción me está dejando, y la solemnidad me está
invadiendo.
He tenido sueños donde enciendo velas y pido que vuelva,
invoco los corazones y las razones perdidas, las necesidades hermanas de la mía,
imploro a la probabilidad que falle a mi favor, en un mundo con tantas personas
se están fragmentando las almas.
Somos sujetos juzgables, ¿quién nos ha hecho materias comparables?
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