Y eran días mas que extraños, despertaba con tanta necesidad de perdonar, pero estaba famélico de desastre, venganza, dolor y ese deseo de venganza a la vez cobarde, no hay mayor verdad de amor que dejar ir a quien amo asegurándome por meses que no me ama.
Le abrí la puerta y decidí dejarle entrar como cuando después de un incendio caminas por el lugar buscando entre las cenizas y viendo si quedo algo
y de pronto la violencia con la que todo llego, como se resolvió
soy el espejo del tamaño de tu entorno, el horizonte donde se refleja tu y tu yo mas extraño, la improbable lucha y la soluta ausencia, la médula expuesta,
y ahora solo espero sereno, infame e implacable como lo que soy, el único sendero, el mas puro y desolado mas allá del viento.
lunes, 15 de agosto de 2016
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario