miércoles, 8 de julio de 2020

08072020

Soñé con estar recostado en una pradera, una pradera reverdeciendo pero sin perder aun la huella del invierno esos rastros de sequía y la tierra descubierta las cicatrices del ciclo de vida , un cielo soleado, y las nubes pasando; como ver el caos restaurado, el viento soplando, llevando hojas secas y rastros de flores que se convertirán frutos y colores, el potencial desvirtuado , la humedad acariciando mi piel y los reflejos del agua convirtiendo en espejo el lago, el amor abandonando el letargo.


Un lugar ideal para contemplar la serenidad, mi serenidad que tanto tiempo llevo forjando.


Y de pronto te vi hablando , te escuche mirando, te sentí escuchando, te olí probando, y cuando probé tus labios quise probar lo que anterior e inciertamente no me había aventurado.


El lugar, la pradera soñada me estaba mirando,se recostó en mis brazos y por unos momentos en la tarde me estuvo acariciando.


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