jueves, 29 de junio de 2017



En realidad no estaba seguro de cómo sobrevivir, de cómo crecer, fundamentalmente de cómo vivir, cada paso después de aquello fue inevitable e indeseado al mismo tiempo la vida estaba pasando y no podía hacer nada para frenarle, no estaba disfrutando lo que debería que estaba pasando, y es que ni la misma muerte lo detuvo esa era en ese momento la lección más grande, pero pasaron años para comprenderle. el dolor ya es soportable no me rasga las entrañas como antes y cuando lo veo me rompe el caro pero ahora más profundo es un niño lastimoso, es un ser a la deriva, aún más que yo que soy un muelle destrozado, pensaba en ser salvaje y lo cumplí mi prioridad ahora es estar tranquilo preocuparme por comer, dormir y reír, por deshacerme del entorno y no esclavizarme a un sistema de monotonía y días enteros encerrado en un lugar donde no se puede ser feliz, donde todo cuesta mucho más de lo que gano, donde todos pagan más de lo que pueden para sentir que son más de que lo que deben.
Mi lucha tan insignificante en comparación a los problemas del mundo, todos preocupado por situaciones y necesidades inventadas por alguien más, algún desgraciado que dicto las leyes del comportamiento y la felicidad, del consumismo y la necedad de los padres por reconocer el éxito solo cuando lo puedes pagar, un grupo de malditos zombis que a lo largo del tiempo dictaminaron que la felicidad dependía de lo que podías comprar y más allá decidieron con qué y cómo y a qué edad lo debías realizar. Tan dentro y tan fuerte resuena que es una lucha con mi propia mente deshacerme de la imagen que siempre me vendieron de cómo debía disfrutar, deshacerme de todos esos placeres, de lo que de verdad me da por que están fuera el estándar y la uniformidad, culpas y culpas, porque lo soy en mi totalidad al grado de auto excluirme y abandonar.

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